Muchas historias pasan por mi cabeza antes de dormir. Sobretodo una, que ha sido muy recurrente estos días: Me veo con alguna chica saliendo por algunos meses. Donde vamos al cine y llenamos de besos y palomitas la sala; donde caminamos tomados de la mano por las calles de México; donde charlamos cosas bien random; donde nos reímos por cualquier chorrada mía, suya o nuestra; donde nos empapamos de sesiones de fotos en el lugar que más nos apetezca; donde creamos boomerangs para capturar aquellos momentos; donde nos escribimos sin compromiso; donde la sala, el parque, la calle, las fiestas o las reuniones familiares se conviertan en lugares perfectos para bailar; donde nos llenamos de cartas, versos, abrazos y besos; donde los “¿No tienes hambre?” sean excusa perfecta para salir a comer tacos, carnita asada, discada, pizza, hamburguesas, taquitos con sal, Doritos, papitas o palomitas, o para comprarnos todo eso y ver alguna película en la sala; donde me veo compartiendo alguna botella