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Pensar menos, sentir más

      Para mi desgracia, siento que a veces soy un anciano cargando muchas vidas en mi espalda, un tipo que está en constante reflexión, sin importar qué. Y eso para mí es una verdadera desdicha, pues, ¿Cuándo fue la última vez que realmente disfruté de algo porque pensé mucho? ¿Cuándo?

      Quizá no tengo remedio, o probablemente no quiera tenerlo. Me voy más por lo segundo. Y es que, por una parte, la provechosa, la noble, la enriquecedora: puedo ver en aquello que vivo, alguna lección, algún consejo o alguna anécdota que me ayude a crecer. pero allí es donde, por otro lado, se avecine la parte mala, la desgraciada, la soberbia y quizá, la inútil: No disfrutar el momento.
                  ¡Vivir! ¡Mierda, qué desgracia!

      ¿Acaso será ese el motivo por el cual a menudo me encuentre tenso? Cuando bailo, (o hago el tierno intento de hacerlo), parezco un robot. Espero pronto dejar de parecerlo (o eso me digo cada mañana).

      Al saludar, especialmente a alguna mujer, me pongo nervioso, sonrío por reflejo, mis brazos y manos me pesan, y mis labios con todo el empeño del mundo, solo logran decir: "Eh, hola".

     Tuve alguna novia que a menudo me decía:"Relájate, déjate llevar". Y confieso que hacía todo lo contrario, sin embargo, podía dejarme guiar por sus dulces ojos, por sus tiernas manos, por su rica voz. Y me pasa que, (espero que a ustedes también), recuerdo aquello que aquella novia me dijo alguna vez, pero en vez de sus manos estaban las mías; en vez de sus ojos, estaban los míos; y, en vez de su voz, estaba una que no era la de ella ni era la mía, voy creyendo que era la de Dios.

     Ojalá no me pase la juventud pensando más y sintiendo menos. Ojalá me dé alguna oportunidad y realmente viva, viva mucho. Para hacerlo, está de manifiesto que necesito de mí, aunque a estas alturas del segundo piso del que me encuentro, preciso, más que a mí, alguna otra alma que no me acompañe a pensar, sino a sentir, a tomar riesgos, a beber, a correr bajo la lluvia, un maratón, a tocar timbres, a brincar la cuerda, sobre la cama, saltar de un avión, a bailar en medio de la calle... a vivir, carajo.

  A lo mejor debería estar con algunos amigos bebiendo algo, pero aquí estoy, escribiendo no sé qué, a no sé quién. Pensando más y Sintiendo menos.

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