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19 dias y 500 noches

Creo que Sabina tenía razón cuando dijo que, para olvidar a una mujer, se necesitaban 19 días y 500 noches.

Los primeros tres días se vive un hecatombe brutal, donde las víctimas cobradas son el corazón, la razón y un pulmón. El miedo, la soledad, la melancolía y la ansiedad serán tus compañeras de piso por un buen rato.

Para entonces habrán pasado 54 noches. Habrás necesitado pastillas para no soñar. 115 noches más tarde, conocerás el bulevar de los sueños rotos y su nombre estará ahí.

Un par de chicas querrán conocerte, saber más de ti. Qué piensas, qué haces y cuáles son tus sueños más profundos, serán su alimento para seguir contigo, pero tu corazón estará cerrado por derribo. Y ahí, donde habita el olvido, creerás que será tu camino dictado por el destino.

Pasados 7 días y 117 noches, estarás con la frente marchita. Le escribirás un par de cartas sin remitente, solo para decirle: Así estoy sin ti.

276 noches y 9 días después, te habrás recetado más de cien mentiras para no llorar. 300 noches después, pensarás que llueve sobre mojado y que, a la orilla de la chimenea estarás a salvo devorándote un estofado.

A las 392 noches sentirás alivio de luto, que te permitirá empezar a recobrar tu vida pasada en absoluto...

Sin que te des cuenta, habrán pasado 11 días y 454 noches. Estarás saliendo con una bella chica. Sin embargo, a sabiendas que no estás siéndote sincero, las palabras: No puedo enamorarme de ti, saldrán de tu boca como una flecha hacia su pecho, pues querrás aprender a estar a solas contigo. Por primera vez sigues tu camino.

Nueva rutina, nuevos amigos, nuevo trabajo, nueva vida... Te habrán costado 17 días y 483 noches en vela.

Pero, ¿Y qué pasará entonces con los dos días y las 17 noches restantes? Al menos yo, estoy por descubrirlo.

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